La semana pasada descubrimos un paraje muy interesante en la Región de Murcia, el río Chícamo, un auténtico oasis o remanso de paz, en una de las zonas más desérticas de la península, la Sierra de Abanilla.
Este pequeño río nace bajo la cara Sur de la Sierra del Cantón, a 320 metros de altitud. Es un afluente del Río Segura por su margen izquierda. El paisaje dentro del cauce del río es bastante árido, con presencia incluso de «Bad-Lands», aunque contrasta con el verde de los bosques de taray y palmeras. Este paisaje es más propio de tierras de Oriente Medio, es por ello que a la zona se le ha llamado desde antiguo «La Palestina muciana».
Badlands-en-los-laterales-del-curso-del-río_
Antiguamente el cauce del río desembocaba en el río Segura, al pasar entre Redován y Orihuela, pero en la actualidad se pierde en la huerta que rodea las sierras de la Muela y de Callosa.
Cómo llegar
El río nace en las proximidades de Macisvenda, pedanía de Abanilla. Nosotros accedimos por la carretera A-9, que une Abanilla con Macisvenda. A un kilómetro de ésta última hay un cruce a la derecha que hay seguir en dirección a El Cantón. El vehículo se puede dejar en las proximidades del caserío de Chícamo y desde aquí iniciar a pie la ruta.
Existen varias rutas, aunque nosotros nos decantamos por la más cortida de unos 6 km. entre la ida y la vuelta que parte del caserío del Chícamo, hasta pasadas las casas de La Umbría. El trayecto a seguir viene marcado como un PR con líneas blancas y amarillas.
Esta ruta es de baja dificultad, con lo que puede ser hecha por todos los públicos. En varios tramos hay que cruzar el río, con los recomendamos un calzado cómodo e impermeable. Esto la convierte en toda una experiencia para niños y mayores.
La primavera o principios de otoño son las estaciones ideales para hacer cualquiera de las rutas, pues el calor no aprieta tanto y tampoco hace frío para mojarse las extremidades inferiores.
Desde donde dejamos el vehículo, una explanada de tierra a mano derecha de la carretera, comenzamos a pie la ruta. Para ellos hemos de bajar un camino de tierra hasta el cruce del río para remontar a continuación a la izquierda por un cañaveral a unos metros. Allí nace del mismo suelo el agua del Chícamo, a 320 metros de altitud.
A continuación seguimos bajando por el cauce y seguimos por el margen derecho hacia el Molino del Chícamo, actualmente centro de Interpretación, donde termina el camino.
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Una vez dentro del cañón hay que ir saltando frecuentemente de una orilla a otra, entre los tarays, pinares y adelfas de la orilla. El paisaje resulta muy atractivo con la presencia de alguna que otra Phoenix Dactilífera o palmera datilera.
A los 2,5 km de recorrido y a 280 metros de altitud, el cañón se estrecha y tiene menos de 2 metros de anchura de pared a pared. Se trata de una vasta formación conglomerática que está espectacularmente seccionada por el río, originando un estrecho desfiladero donde el agua puede alcanzar casi el medio metro de altura.
A partir de aquí el itinerario a seguir resulta más sencillo, aunque hay que cruzar en varias ocasiones de un margen del río al otro a través de las piedras. La vegetación que podemos observar es la típica de ribera, con abundancia de caña común y pinos.
Durante el recorrido se pueden ver Aspectos geológicos, como la existencia de fallas. Algunas de ellas han sido aprovechadas por el río Chícamo para excavar su cauce y son las responsables de que gire bruscamente, formando meandros de casi 90 grados.
En definitiva una ruta sencilla, cortita y muy divertida a un paso de casa.