A escasos 15 minutos en coche desde las playas de Villajoyosa o de Finestrat, encontramos a 429 metros de altitud la población de Sella. Un pueblo tranquilo entre montañas situado en la vertiente meridional de la Sierra de Aitana, entre los ríos Sella y Amadorio, en la comarca alicantina de La Marina Baixa.
A este bonito lugar acuden los fines de semana visitantes de las grandes poblaciones de la provincia, de Alicante, de Alcoy o de Elche en busca de esa tranquilidad que pueblos como éste ofrece.
Patrimonio arquitectónico e hidráulico, flora, fauna y gastronomía vernácula son algunos de los alicientes que Sella ofrece tanto al excursionista de un día como al que se aloja en alguna de sus casas rurales del pequeño casco urbano.
Un poco de historia.
El origen de Sella se remonta a la época árabe tras la construcción de una fortaleza, de la que actualmente no queda más que su silueta o algún muro, ya que sobre la misma, dominando la población se alza hoy en día, la ermita de Santa Bárbara, a la que se puede acceder a pie por un calvario con distintas estaciones de piedra y azulejos con escenas de la Pasión de Cristo.
La villa fue un próspero centro morisco, que llegó a albergar según un censo de 1609 hasta 115 casas. Actualmente hay censadas poco más de 600 almas. Pero tras la expulsión de la población morisca en tiempos de Felipe II fue perdiendo identidad e importancia ante otras poblaciones de la comarca. Posteriormente sería repoblada por mallorquines.
Qué hacer en Sella.
Pasear por el pequeño casco urbano es transportarnos a otra época, con sus casitas de una o dos plantas y pequeños callejones ornamentados con plantas. Es recomendable usar un calzado cómodo, pues todo son cuestas y escaleras arriba y abajo.
El centro neurálgico es la Plaça Major donde se alza la Iglesia de Santa Ana, el Ayuntamiento y los principales servicios como el consultorio médico o la farmacia.
Frente a la fachada de Santa Ana, se alza una monumental fuente, y justo delante de ésta a modo de sala improvisada de ensayos, la orquesta municipal se reúne para deleitarnos con bonitas melodías.
En la misma plaza hay dos bares, y unos cuántos más en la parte baja del pueblo. Nosotros comimos en “Casa Paco”, unas tapitas de pescado de la bahía de La Marina. Os recomendamos la tapa de “espardenya” a base de merluza con un rebozado esponjoso nada aceitoso, muy rico.
El entorno natural en el que se ubica la población ha propiciado la creación de varias rutas de senderismo, de las que la más popular es la Ruta del Agua, sendero local de 6 km. con poco desnivel, apto para todos los públicos. Para seguirlo tenéis que buscar las marcas en verde y blanco del sendero SL-CV 112. Nosotros partimos desde la misma Plaza Mayor bajando unas escaleras.
A través de la ruta descubriremos antiguos molinos harineros, caudalosos saltos de agua y una red de acequias derivadas del partidor de la Font de Alcàntera para regar los cultivos: olivos, almendros, cítricos, nísperos,… hay un dicho en la población que dice: “Sella la vella, beu-te l´aigua i guarda´t d´ella”.
“Sella la vieja, bébete el agua y resguárdate de ella” es un dicho popular haciendo alegoría a la cultura del agua.
Desde aquí se divisa una panorámica del pueblo con su esbelto campanario blanco sobresaliendo y en lo alto el antiguo castillo, hoy ermita.
El molino que en mejor estado se encuentra es el Molí baix o de Amable, propiedad privada, por lo que queda prohibido el acceso interior. Se alimenta de las aguas de los ríos Sella y Arc, captadas a menos de 100 metros aguas arriba, en los azudes Peñetes y Salt. Fue reconstruido en los años 30 del siglo pasado y estuvo en activo hasta el año 1968.
Junto al molino en el Paraje del Salt, aunque ahora lleva poca agua, te puedes refrescar tras la caminata. Es un lugar muy bonito para sacar fotografías y almorzar o merendar.
Otro paraje muy cerquita del casco urbano (unos 500 metros) es la Font Major, a la que se puede acceder andando en dirección a la piscina municipal. Se trata de una poza de agua fresca y cristalina con una zona de picnic. El lugar es muy bonito pero hay que ser muy valiente para darse un baño por lo fría que está el agua.
Nuestro alojamiento en Sella.
Nos alojamos 2 noches en el Bed & Breakfast Villa Picó, un alojamiento rural con una capacidad de 12 personas y 5 habitaciones. Dispone de cocina compartida con posibilidad de contratar el desayuno. También dispone de una amplísima terraza para usar como solarium o comer con unas vistas espectaculares de la sierra de Aitana.
La piscina es otro de sus atractivos, no muy grande, pero se agradece para darte un chapuzón. Y qué decir de su propietario, Remco, un chico muy encantador que te aconsejará sobre rutas y donde comer o comprar en el pueblo. Dispone de una buena videoteca y libros para tus ratos de ocio en el alojamiento. Sin duda te sentirás como en casa… ¡estamos deseando repetir! 😉
Además los perros son bienvenidos, con cacharritos de agua por toda la propiedad.