El pasado 9 de septiembre asistimos a una de las visitas teatralizadas que la Concejalía de Turismo del Ayuntamiento de Orihuela realiza bajo el título de “Orihuela, su pueblo y el mío”.
Como peculiaridad, la visita se realizó en una noche resplandeciente de luna llena, como bien indica el título de la visita. Un joven Miguel, pastor de cabras pero amante de la poesía, escribía aprovechando la soledad y tranquilidad de las noches en las que expresaba su don para con las letras.
Durante un recorrido de casi 2 horas y un éxito rotundo de participación de gente venida de diferentes rincones de Alicante y Murcia, nos adentramos por las calles del bellísimo casco histórico de la capital de la Vega Baja del Segura, así como en el barrio de Triana desde donde se divisa una bonita estampa de la ciudad.
Comienza la visita en un recogido rincón del casco viejo donde los hermanos de un adolescente Miguel en torno a un puchero, cuchichean sobre la extraña afición de su hermano de escribir poesía.
Dos de los más bellos templos de la ciudad son visitados exteriormente, la Catedral y la Iglesia de Santa Justa y Rufina.
La Catedral de El Salvador de Orihuela, capital de la Diócesis, está construida sobre restos visigodos, hispanos-árabes y mudéjares. Empezó a construirse a principios del s. XIV en un gótico singular levantino. La Torre es la zona más antigua de la Catedral. Se trata de una construcción de sillares, de planta cuadrangular que mantiene en uno de sus cuerpos la esfera del reloj sobre una balconada del s. XVIII.
El Claustro es uno de los espacios más emblemáticos y de mayor belleza de la ciudad. Se trata de una obra renacentista procedente del antiguo convento de la Merced, donde fue construido hacia 1560 por Hernando Veliz. En 1942, se trasladó a este lugar, donde se ubicaba el fosar o cementerio de la Catedral.
Por su parte, la Iglesia parroquial de Santa Justa y Rufina, es un templo edificado en el siglo XIV que consta de una sola nave y capillas laterales entre los contrafuertes; posee dos portadas y un campanario gótico decorado con pináculos. El mismo posee un importante conjunto de campanas, en su mayor parte de los siglos XVII al XIX, además de una de las piezas de relojería más antiguas de España.
En definitiva se trata de una excusa más para visitar esta interminable ciudad que esconde y luces sus tesoros en un casco antiguo que no tiene nada que desmerecerle a otras ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad.
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