Francia cuenta con una gran cantidad de pueblecitos de origen medieval con encanto y en nuestra pasada escapada a Burdeos no pudimos dejar escapar la oportunidad de acercanos a Saint Émilion.
Los amantes del buen vino encontraréis en este destino más de 5000 hectáreas de viñas repartidas entre los 8 pueblitos que forman el municipio. Este paisaje vitivinícola, conjunto de Chateux y viñedos, fue inscrito en 1999 como Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ¡el primero en el mundo!.
En este artículo te contamos qué ver en Saint Émilion, en una excursión de un día desde Burdeos de la que dista apenas 45 kilómetros.
Cómo llegar a Saint Emilion desde Burdeos.
La localidad de Saint-Émilion está situada en el departamento de la Gironde, en la región de Nueva Aquitania, muy cerca de Burdeos, a unos 45 minutos, por lo que se puede llegar tanto en bus como en tren.
La forma más económica para hacer una excursión a Saint-Émilion es cogiendo el autobús 304 desde la Place Quinconces en el centro de Burdeos. El billete de ida y la vuelta cuesta menos de 5€. No obstante, tiene algunas desventajas, ya que hace varias paradas y lo más importante que durante buena parte del año este autobús no llega hasta Saint-Émilion, sino a Libourne, a 7 kilómetros, con lo que tendrías que tomar un taxi lo que encarecería el precio bastante.
Nosotros optamos por la opción del tren desde la estación Bordeaux St Jean hasta Saint Émilion. El viaje es muy corto, unos 40 minutos. El gran inconveniente es que la terminal de Saint Émilion está bastante alejada del casco urbano del pueblo, unos 2 kilómetros, la mayoría sin sombra.
Si vas con maletas siempre tienes la opción de alquilar una especie de tuk tuk eléctrico que te acerque al casco urbano dese la estación.
Un poco de historia.
El origen de esta pequeña población francesa se sitúa en el siglo VIII cuando un monje bretón llamado Émilion, originario de Vannes (Bretaña), famoso por sus milagros, se asienta en una cueva, llamada Ascumbas, antiguo denominación de Saint Émilion.
Acompañado por algunos discípulos benedictinos, fundó una comunidad religiosa. Su vida de ermitaño y su fama milagrosa convirtió a este lugar en un centro de peregrinación. Posteriormente, entre los siglos IX a XII, se excavaron en la roca las catacumbas y la iglesia monolítica, principal monumento de la villa, y alrededor de la cual crecería la ciudad medieval.
Una característica importante en la historia y fisonomía de este pueblo es la roca caliza sobre la que se asienta. Entre los siglos IX y XIX, las canteras de piedra se multiplicaron dejando como testimonio una amplia red de 80 hectáreas de galerías subterráneas, formando un laberinto gigante de hasta 200 km de galerías, en gran parte utilizadas como bodegas.
La piedra caliza favorece la idoneidad de los suelos para el cultivo de los viñedos, que se remonta a época romana, aunque su importancia histórica comienza en 1199 cuando Juan, Rey de Inglaterra, otorga a la ciudad la Jurade, que la dotaba de poderes políticos, judiciales y económicos. Esta piedra permitió que la ciudad se convirtiera en una de las más ricas de la Edad Media en Aquitania.
Desde el siglo XIX la vid se convirtió en un monocultivo, que ha contribuido a la fama de Saint Émilion.
Qué ver en una excursión de 1 día.
Saint Émilion cuenta con 13 siglos de historia a sus espaldas, lo que se traduce en un gran legado histórico-artístico que invita a descubrir sin prisas. Si llegas en coche, déjalo a la entrada del pueblo, y piérdete por sus callejuelas empedradas.
La Iglesia Monolítica y su Campanario.
El monumento más representativo del pueblo es la Église Monolithique y su esbelto campanario.
Este templo fue excavado en la roca a principios del siglo XII, a semejanza de las iglesias-cueva de la Capadocia. Su colosal tamaño, 38 metros de largo, 20 de ancho y 11 de altura, la convierte en la iglesia medieval más grande de Europa.
La única manera de visitar el conjunto formado por la cueva del monje, las catacumbas y la iglesia monolítica es a través de una visita guiada organizada por la Oficina de Turismo de Saint Émilion. El precio de la visita es de 15€. Pero si adquiriste la Bordeaux City Pass, la tendrás incluida, previa reserva. Nosotros no pudimos hacerla en castellano, pero desde la Oficina de Turismo nos ofrecieron unas fichas donde poder leer la traducción de todo lo que la guía iba explicando al grupo.
La visita comienza en la cueva donde habitó el monje, al que se le atribuyen varios milagros, como el de devolver la visión a una mujer invidente con el agua de una fuente.
La siguiente visita es a la Capilla de la Trinidad, de la que queda poco que ver en su interior, salvo unos pinturas medievales.
A continuación se accede a las catacumbas, excavadas en la roca, usadas a lo largo de los siglos para enterrar a monjes y algunos nobles.
Por último se visita la iglesia monolítica, excavada en un único bloque de piedra. Sobre los gruesos pilares se pueden observar restos de pinturas policromadas que originariamente cubrían las paredes del templo.
Lamentablemente no se pueden hacer ni fotografías ni vídeos en su interior porque el monumento es propiedad privada. La familia de La Filolie es la propietaria desde varias generaciones. Tan solo es de propiedad municipal la Iglesia monolítica.
El Campanario a 68 metros de altura, fue construido entre los siglos XII y XV, ¿te atreves a subir sus 169 escalones?.
No dudes en asomarte al mirador sobre la Place du Clocher, bajo la torre, desde donde obtendrás una preciosa panorámica del entramado medieval de la villa.
Las calles «tertres».
La singularidad de las calles del centro histórico reside en su pavimento empedrado y su elevada inclinación. Se las conoce con el nombre de «tertres» y unen las partes alta y baja de la ciudad.
Encontrarás 4 calles de este tipo en el pueblo: el Tertre de la Tente, que desemboca en la Place de L´Église Monolithe, el Tertre des Vaillants, el Tertre de la Cadène y el Tertre de la Porte Saint Martín.
El empedrado es muy irregular y resulta resbaladizo si está mojado. Es imprescindible llevar un calzado cómodo.
La Iglesia Colegiata y su claustro.
La Iglesia Colegiata fue construida entre los siglos XII y XV, lo que supone una mezcla de estilos arquitectónicos como el Románico de la portada principal o el Gótico. De su interior destacamos las preciosas pinturas murales, las vidrieras y el órgano de Gabriel Cavaillé-Coll.
El claustro cuenta con un pequeño jardín central que simboliza el jardín del Edén. Sus dobles columnas sostienen arcos apuntados y en algunas de sus pareces puedes verlas tumbas de personajes ilustres y religiosos durante los siglos XIII y XIV. Sobre las paredes está pintada una extensa obra de arte llamada El Apocalipsis, realizada por el pintor francés François Peltier.
Cloitre des Cordeliers.
El Monasterio des Cordeliers, recibe su nombre del cinturón usado por la orden franciscana. Fue fundado en el siglo XVI por monjes franciscanos que fueron expulsados del mismo durante la Revolución Francesa. a partir de entonces, el convento fue vendido en 1791 como propiedad nacional.
El interior cuenta con una gran tienda de regalos y de vinos de la región. Desde este lugar puedes acceder a las bodegas subterráneas a través de una visita guiada para conocer el proceso de elaboración del famoso vino Crémant de Bordeaux.
La Torre del Rey.
Este macizo torreón que fue mazmorra data del siglo XIII y cuenta con 118 escalones desde los que podrás disfrutar de unas privilegiadas vistas de Saint Émilion y los viñedos de los pueblecitos que forman la jurisdicción.
La Torre du Roi se encuentra un poco alejada del casco antiguo y tiene un precio de 2€.
Las Grandes Murallas.
Les Grandes Murailles pertenecen a los restos de un gran convento dominico del siglo XIII y fue la muralla medieval de la ciudad, si bien su función no era de defensa si no de muestra de la riqueza y poder de sus dueños para los peregrinos y comerciantes que pasaban por delante de la misma para adentrarse en la ciudad.
Fue destruida intencionalmente al comienzo de la Guerra de los Cien Años. Las tropas francesas se refugiaron en el interior de la muralla y acabó siendo destruido, quedando de él tan solo este lienzo.
El Palacio Cardenal.
Al lado de la muralla se alza los restos del antiguo Palais Cardinal, lugar donde vivió el cardenal Gaillard de la Mothe, sobrino del arzobispo de Burdeos, Bertrand de Goth, futuro Papa Clemente V.
Data de finales del siglo XII, y junto a él estaba situada la «Puerta Burguesa», antigua puerta principal de entrada a la ciudad en la Edad Media.
Porte de la Cadene.
La Puerta de la Cadena servía como puerta interior de la ciudad medieval para separar la ciudad alta, donde se concentraba la vida religiosa y los nobles, de la baja donde residían los campesinos. Se cerraba como su propio nombre indica con una cadena.
Adosada a la puerta se encuentra la única casa con entramado de madera del siglo XVI que queda en la ciudad, la Maison de la Cadène y una torre poligonal en cuyo interior hay una bella escalera de caracol del siglo XVI.
Halle du Marché.
En una esquina de la plaza de la iglesia monolítica encontraremos les “halles” del antiguo mercado, una lonja abierta a la calle con arcos de medio punto, utilizada antaño para el almacenamiento y comercio de cereales, para lo que se cerraban los arcos con tablas de madera para proteger la mercancía.
En la primera planta se ubicó el Ayuntamiento desde el siglo XVIII hasta 1902.
Salle des Dominicains.
Esta sala rehabilitada como centro de exposiciones temporales fue un antiguo convento jacovino. En su interior conserva una bonita vidriera y arcos apuntados.
Hôtel de Ville.
Enfrente de la sala de los Dominicos se ubica el Hôtel de Ville de Saint Émilion. La fachada no llama mucho la atención, pero si cuenta con unos bonitos jardines.
Antiguos lavaderos.
En el casco urbano de un pueblo tan pequeño encontrarás dos lavaderos públicos. Uno de ellos se conoce como el lavadero Fuente del Rey, estaba reservado para los nobles. El otro, en la rue de la Petite Fontaine, para las lavanderas pobres. Se trataba de una forma de evitar la mezcla de la clases sociales.
Ambos lavaderos son alimentados por las aguas de la fuente que el monje Émilion hiciera brotar de forma milagrosa.
Visita sus viñedos y bodegas.
Existen 12 denominaciones diferentes controladas en el municipio, siendo las más conocidas Saint-Emilion, Puisseguin Saint-Emilion, Lussac Saint-Emilion, y Saint-Emilion Grand Cru.
No se puede entender Saint Émilion sin sus viñedos, cultivados por estos lares desde época romana. Una de las peculiaridades del vino que aquí se produce es el suelo. Las vides crecen sobre todo en suelos calcáreos, de arcillas o de gravas, produciendo una rica variedad de uva.
En sus gran selección de bodegas podrás aprender sobre su elaboración e historia, asistir a catas e incluso comprar directamente en la propiedad.
Los châteaux, caserones históricos, se reparten tanto en el centro histórico como en la campiña.