Chelva es una de esas maravillas de la España rural donde parece que el tiempo se haya detenido. Un pequeño pueblo de menos de dos mil almas pero que conserva en sus históricos barrios la impronta que dejaron las tres religiones monoteístas que hasta el siglo XVII cohabitaron en paz y armonía.
Fruto de este patrimonio tan bien conservado y asociado a la cultura del agua, no es casualidad que en el año 2018 fuera elegida por votación popular como la segunda finalista entre las 7 Maravillas Rurales de España, concurso organizado por Home Away.
Cómo llegar a Chelva.
Chelva dista de Valencia capital unos 70 kilómetros, por lo que el viaje en coche particular que separa ambas localidades es de sólo 45 minutos, tomando la carretera CV-35.
Es la población más importante de la comarca valenciana de Los Serranos, una de más montañosas, también conocida como el Alto Túria, por el río que la cruza.
Un poco de historia.
Si bien como hemos comentado, apenas llega a los dos mil habitantes censados, son muchas las familias de la capital y de su área metropolitana, las que tienen una segunda residencia en este encantador pueblo.
La década de los 50 del pasado siglo fue muy dura para las comarcas de interior y muchas familias tuvieron que emigrar para buscarse las habichuelas hacia zonas industriales de la Comunitat Valenciana. Pero la importancia histórica de esta localidad se remonta a siglos atrás.
Se han encontrado en el municipio restos arqueológicos de época neolítica y de la Edad del Bronce. También se han hallado asientos ibéricos y romanos, como el acueducto de Peña Cortada, uno de los cuatro de época romana que se conservan en el país.
Chelva fue una plaza importante durante la ocupación de los árabes. Fue cambiando de manos varias veces entre finales del siglo XII y mitad del XIII. Primero, la recuperaría Pedro II de Aragón para los cristianos (1194), para ser tomada de nuevo por los árabes en 1214. Finalmente, en 1238, Jaime I El Conquistador, la tomaría para convertirla de nuevo en cristiana. Como hemos comentado las tres grandes religiones monoteístas: judíos, musulmanes y cristianos convivieron en sus tres históricos barrios en armonía, dotándola de una diversa riqueza cultural, fruto de la cual hoy en día podemos disfrutar con un agradable paseo monumental.
No es de extrañar que fuera declarada Bien de Interés Cultural, en la categoría de Conjunto Histórico.
Paseando por las calles de Chelva.
Todo en Chelva gira alrededor de la cultura del agua, tan importante desde la época musulmana para el regadío de su fértil huerta: naranjos, granados y olivares, pudimos apreciar en sus campos de cultivo.
Entorno al agua hay en el pueblo una Ruta de Lavaderos. Son en total 7 las construcciones repartidas por el casco urbano de Chelva.

Estas construcciones de uso comunitario tuvieron un papel muy importante en el desarrollo de las condiciones higiénico-sanitarias de la sociedad de los siglos XIX y XX, así como una destacada función en las relaciones sociales, siendo el punto de encuentro y reunión sobre todo de las mujeres.
Se alimentan por una corriente de agua procedente de un río, balsa, acequia o manantial y suelen estar cubiertas con una techumbre para proteger de los rigores meteorológicos.
Una de las cosas que más nos gustó del pueblo es sentir el rumor de las aguas en cada rincón, y es que son numerosas las fuentes que se conservan, tanto al aire libre como subterráneas.

Y entorno al agua se puede hacer un completísimo circuito denominado la Ruta del Agua, trazado circular que combina naturaleza y cultura en un tranquilo paseo de unas 3 horas aproximadamente, apto para todos los públicos.
En la zona moderna o de ensanche descubrimos algunas construcciones modernistas muy bonitas aunque quedan fuera del circuito monumental o turístico, pues no encontramos documentación sobre ello. No obstante no pudimos resistirnos a inmortalizar estos edificios en foto.
La Ruta del Agua y Ruta de las Tres Culturas.
Todas las señales indicando la Ruta del Agua nos llevarán a la Plaza Mayor, centro neurálgico de la población. Aquí se instala cada sábado un animado mercadillo frente a la Casa Consistorial y rodeada de casas señoriales.
Preside la plaza, la Iglesia de los Ángeles (finales del siglo XVII). Nos llamó mucho la atención su esbelto campanario decorado y rematado con un reloj que desde el siglo XIX marca las horas a sus paisanos. Es un templo bastante grande para el tamaño de la población.

La Ruta del Agua en su parte urbana y monumental transcurre por tres de sus barrios históricos que daría lugar a la Ruta de las Tres Culturas: árabe, judía y morisca – cristiana.
El primero que recorrimos fue el barrio árabe de Benacacira. Paseando por sus calles nos sentimos como en la medina de cualquier ciudad del norte de África, con sus casas encaladas, callejones que no llevan a ningún sitio, soportales oscuros,… se mantiene por tanto la estructura urbanística del siglo XI.
Es más se agudiza el sentido del olfato con el olor que desprende la ropa recién tendida, la hierbabuena en las macetas, el jazmín, o los platos de caliente que se cocinan tras los muros de las casas pintadas en azul.
Es algo que le comenté a Paula: “¿verdad que cuando paseas por las calles de la ciudad no puedes adivinar que están comiendo en cada una de las casas?. Pues aquí sí, mira, en aquella están haciendo gazpacho chelvano, algo así como el manchego, y en aquella de más allá arroz al horno con su morcillita, y en la otra huele al típico cocido espeso que alimenta que no veas”.
En este barrio es donde solía instalarse el zoco árabe, pero en el siglo XVII se levantó la Ermita de la Soledad sobre los restos de una mezquita que previamente fue consagrada al cristianismo bajo la advocación de San Jorge. Al lado se encuentre el pequeño Museo Arqueológico Municipal.

El siguiente barrio histórico es del Azoque, donde habitaban los judíos y que servía de isla entre el barrio cristiano y el morisco. Aquí las casas son bajitas pintadas en blanco, conservándose muy bien la estructura de aljama medieval, con sus callejones y portales de entrada.
No olvides cruzar el arco del antiguo ayuntamiento o Consejo de la Villa construido en la segunda mitad del siglo XVI. Era el punto de entrada a Valencia, proveniente de Castilla y una especie de frontera entre los barrios morisco y cristiano.

El último de los barrios que recorrimos es el barrio del Arrabal, barrio morisco, y junto a él los barrios cristianos, donde residirían aquellos nuevos vecinos llegados tras la Reconquista, liderada por el monarca Jaime I.
No te pierdas la Ermita de Santa Cruz del siglo XIV y fachada azul. Fue construida sobre la antigua mezquita de Benaeça y conserva su estructura tradicional, convirtiéndose en la más antigua que se conserva dentro de la Comunitat Valenciana.

Muy cerquita de esta se alza la Ermita de Nuestra Señora de los Desamparados de 1658.

A partir de aquí la Ruta del Agua abandona el asfalto y se adentra campo abierto junto al cauce del río Tuéjar, afluente del Turia.
La primera parada es el Molino Puerto, de época medieval, que estuvo en marcha hasta el pasado siglo. Junto a este hay una zona recreativa para hacer un picnic.
Desde allí, tomamos el sendero en dirección norte, dejando el río a la derecha, hasta llegar a “La Playeta”, zona de baño de aguas cristalinas.
A partir de este punto debido a las condiciones especiales de la pandemia COVID-19 no pudimos continuar para evitar la aglomeración de senderistas. El camino estaba cortado. El sendero continua hasta llegar al túnel del Paso de Olinches de unos 100 metros.
A continuación y tras rodear una pequeña colina, llegaremos a una central hidroeléctrica abandonada que funcionaba gracias a la fuerza de las aguas del Túejar.
Nuestro alojamiento en Chelva.
Nos alojamos en el mismo barrio árabe a un paso de todo, cerquita de la zona de restaurantes de la Plaza Mayor y zona del ensanche.
Casa Rural La Antigua, una casa típica distribuida en cuatro plantas con todo tipo de comodidades, ¡tiene hasta chimenea!. Y además no tienes que molestarte en buscar la leña ni pagarla aparte. Los propietarios te la prestan.

La casa está restaurada con un gusto exquisito y tienen libros y juegos para desconectar en tu período de descanso. Además como no, es un establecimiento petfriendly, así que pudimos llevarnos a nuestra Lola sin pagar ningún suplemento.
Juanjo es un gran anfitrión siempre atento te dará buenos consejos gastronómicos y culturales para que tu estancia en Chelva sea lo más agradable posible.
Chelva es encantandora. Hace unos cuantos años fuimos y nos encantó aunque veo que nos quedó cositas por viajar, asi que seguro que volvemos.
Un gran post
Su casco antiguo es una auténtica maravilla. También nos quedó un tramo de la Ruta del Agua pendiente por la situación actual. Gracias por tu comentario.
El casco antiguo es una pasada.