Ni éramos cuatro ni huíamos de nadie, ni tan siquiera éramos ni somos habilidosos con los instrumentos musicales como los Stadtmusikanten, pero si queríamos ir a Bremen atraídos por su patrimonio artístico, su gastronomía y su cultura.
En nuestro caso volamos desde el Aeropuerto de Alicante-Elche, unas 3 horas de vuelo para llegar a Bremen. El aeropuerto de esta ciudad alemana se encuentra a tan sólo 4 kilómetros del centro de la ciudad y está muy bien comunicado con el tranvía número 6. El trayecto dura apenas 11 minutos y cuesta 2,30 €.
Bremen es una tranquila ciudad del norte de Alemania que cuenta con unos 500.000 habitantes. Es un tamaño perfecto pues cuenta con una variada oferta cultural en museos (algunos de relevancia internacional), teatros, comercios y una moderna red de tranvías que cruza de norte a sur el casco urbano y enlaza con su área metropolitana. El subsuelo de la ciudad es de tipo arcilloso, motivo por el cual carece de metro.
Los bremenses se sienten muy orgullosos de su ciudad, de su historia, «Ciudad Libre Hanseática» y de su equipo de fútbol, el Werder de Bremen. Desde bien temprano, un río de aficionados pasean orgullosos por los alrededores de la catedral con la bufanda blanca y verde de la escuadra bremense.
Ya lo indica el histórico edificio de la Cámara de Comercio en su fachada «Buten un Binnen ad Wagen Winner», que viene a significar algo así como «Fuera y dentro, arriesga y gana», grito «de guerra» que se reproduce durante los partidos de fútbol que juega el equipo de la ciudad como local.
Y es justo ante este edificio donde comenzamos nuestra visita al centro histórico (die AltStadt) de Bremen.
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Markplatz es el centro neurálgico de la urbe, en este espacio se situaba en la Edad Media, el mercado de la ciudad. En la actualidad está rodeada por monumentales edificios de diferentes épocas que nos dejan boquiabiertos por su gran belleza.
El primero de los edificios que queremos destacar es el Ayuntamiento o Rathaus, construido entre 1405 y 1410 en estilo gótico. Dos siglos después de su construcción se remodeló su imponente fachada en estilo renacentista, compuesta por dos plantas decoradas con caballeros y escudos heráldicos donde destaca los colores negro y dorado, símbolo de riqueza y la teja de color verde en cobre, material que absorbe mejor la humedad.
Son visitables las Salas del Senado y la Cámara de Oro, adquiriéndose los tickects en la Oficina de Turismo por 5 €. Las visitas guiadas son en alemán o inglés. El edificio fue declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Delante del Ayuntamiento se alza la estatua de Roland. También fue declarada Patrimonio de la Humanidad. Mide más de 10 metros de altura y representa a un caballero medieval ataviado con una espada y un escudo, símbolos de justicia y libertad para Bremen.
La escultura original era de madera y la actual que data de 1404 es de piedra. Se dice que hay una réplica idéntica guardada en los almacenes del Ayuntamiento que serviría para sustituir a ésta en caso de destrucción para que la ciudad no dejara nunca de ser libre.

Frente al Ayuntamiento se alza la Cámara de Comercio o Shütting, edificio del siglo XVI construido en estilo renacentista por los comerciantes de Bremen para la celebración de sus asambleas. Desafortunadamente este interesante edificio no se puede visitar.

Al Oeste de la plaza se alzan casas particulares de fachadas renacentistas que albergan hoy en día comercios como una Farmacia o la Caja de Ahorros.
El principal edificio religioso de la ciudad también se alza en esta coqueta plaza, la Catedral de St. Petri. o de San Pedro. Anteriormente se levantaba en este solar una Iglesia de madera que fue destruida por un incendio. En el s. XIII se construyó el actual templo en estilo gótico.
Las dos torres gemelas se construyeron con un siglo de diferencia. Se puede acceder a lo más alto de una de ellas para divisar la panorámica de la ciudad. También son visitables las criptas que albergan las momias de algunos obispos.

En el claustro de la Catedral se alza una pequeña talla de Santiago, desde aquí parten algunos peregrinos que desean realizar el Camino de Santiago desde el norte de Alemania hasta la ciudad gallega.

Nos llamaron mucho la atención la forma de representar a los leones en la escalinata de la Catedral. Se conoce que en el siglo XV el escultor que los hizo no había visto un león en su vida y lo representó según le había sido descrito.
Justo delante de esta escalinata se sigue realizando una antigua tradición alemana y es la de que el soltero o soltera que llega a los 30 años sin pareja es expuesto públicamente ante sus amigos en este céntrico lugar y se les lanzan chapas que después deben barrer ellos mismos. Además es publicado el caso en modo irónico en el periódico local.

Pero la plaza aún nos deparará más sorpresas; en la fachada izquierda del Ayuntamiento se alza uno de los símbolos de la ciudad, la estatua de los Trotamúsicos o Die Stadtmusikanten. Fue erigida en 1953, y al principio no gozó de mucha popularidad por su aspecto.
Se trata de un homenaje al famoso cuento escrito por los Hermanos Grimm, en el que estos cuatro animalitos, ya viejos, iban a ser sacrificados por sus amos y optaron por unirse encontrándose por el camino. Decidieron ir a la ciudad de Bremen para ganarse la vida como músicos y vivieron una serie de aventuras y desventuras por el camino.
La posición que adoptan se debe a una estrategia que tuvieron de montar uno sobre otro y tras una sombra espantar a unos ladrones que iban a entrar en la casa donde éstos dormían. Cada uno emitió un sonido y los ladrones los confundieron con un fantasma y huyeron despavoridos.
La tradición que miles de turistas realizan, es la de tocar con ambas manos las patas delanteras del burro y siempre sin soltarse intentar tocar con cualquier parte del cuerpo el hocico del mismo y pedir un deseo.
En otro rincón de la plaza existe una pequeña alcantarilla donde los transeúntes lanzan una moneda a cambio de escuchar el canto de uno de los cuatro animalitos. Si suenan los 4 al mismo tiempo, cosa muy difícil, se dice que tendrás buena suerte.
Otra tradición o curiosidad de la plaza es la llamada Spuckstein o «piedra de escupir» (a las espaldas de Markplatz). En esta plaza se realizó el último ajusticiamiento público en 1831 a una asesina en serie, Gesche Gottfried, la envenenadora de Bremen que mató a 15 personas envenenándolas con arsénico.
Se la decapitó ante un numeroso público rodando la cabeza hasta el lugar donde se alza la piedra. Justo aquí, los ciudadanos escupen sobre ella, hoy en día seguramente contra las injusticias que les molestan civícamente.
«Empachados» de tanto arte y tanta historia decidimos quedarnos a comer en la plaza. Elegimos la histórica Ratskeller, mesón-bodega que cuenta con más de 600 años y decidimos probar algunas de sus especialidades como una sartén de morcilla de arroz (Original Bremer Knipp) sobre guisado de patatas y cebollas con compota de manzana; o el Traditionelles Bremer Seemannslabskaus, plato tradicional marinero contundente, a base de ternera en salsa con dos huevos fritos y un arenque enrollado en pepinillo con remolacha.
Los precios no son excesivamente caros y merece la pena por el entorno y la decoración.Disponen de una carta de vinos alemanes de todas las regiones, aunque nosotros nos decantamos por la cerveza.
Una vez repuestas las fuerzas nos dirigimos al histórico barrio de Schnoor. De camino encontramos construcciones interesantes como la Biblioteca, el Palacio de Justicia o un interesante mural dedicado a las víctimas de Auschwitz.
El barrio de Schnoor es el más bohemio de la ciudad, con casas del siglo XV y XVI de vivos colores. Las calles son estrechas y están llenas de tiendas de artesanía, souvenirs, pequeños cafés y restaurantes de comida tradicional.
Algunos de los comercios que más nos llamaron la atención fue la tienda de San Nicolás (que no Santa Klaus que es americano) que vende objetos decorativos de Navidad durante todo el año. También existe una tienda de caramelos caseros que son fabricados delante del consumidor y que se respira su dulce aroma a metros de distancia; y el hotel más pequeño del mundo, «Hochzeithaus» que cuenta con una sola habitación y sólo puede ser ocupado por recién casados para pasar su Noche de Bodas; eso si no pueden sacar fotos de las instalaciones para no desvelar el misterio.

Pasamos a continuación por la antigua calle de los Toneleros o Bötterstrasse, usada antiguamente por los marineros para dirigirse al mar. Sus edificios son de ladrillo rojo y en el interior de un patio se alza el Carrillón de Bremen, compuesto por 30 campanas de porcelana que tocan a determinadas horas dependiendo de la época del año.
Un paseíto por la ribera del río Weser con sus animadas terrazas es la mejor forma de acabar el día con una buena cerveza o el famoso Glüchwine o vino caliente afrutado para calentarse del frío invierno del norte de Alemania.
Dicen que los cuatro Trotamúsicos nunca llegaron a Bremen, nosotros si lo hicimos y aunque sólo pasamos un par de días, no nos importaría quedarnos por una temporada en esta animada ciudad hanseática 🙂

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